viernes, 3 de febrero de 2012

Mierda

Todavía a día de hoy, León huele mal. Todavía flota en el ambiente pequeñas degustaciones nasales a pura mierda. Fueron muchos los leoneses que pensaron que eran ellos los causantes. Fueron muchos los que creyeron que una mierda que se pisa es una caca que camina y te acompaña allá donde tu vayas. No se si realmente al final se supo la causa del hedor. Fuimos noticia por ello de tirada nacional. 
Y aunque se vaya el hedor, León seguirá oliendo mal. Cada vez peor. Se nos va de las manos. Porque no velamos, ni peleamos por un León mejor. Puede ser que el olor es un anticipo del diagnóstico de en que se esta transformando nuestra ciudad. 
Una pareja de anonymous se atribuía el hecho como un sabotaje intencionado. No les gusta la clase política leonesa. Bueno a ellos y a muchos más personas nacidas también aquí. No nos gusta seguir viviendo en un León que nunca salio del blanco y negro. León antiguo. Perpetuo. Aquí gobernarán siempre los mismos. O sus hijos o nietos ....Quizás los sobrinos. Pero el poder es inamovible. Isabel Carrasco es la dueña del cortijo. Pero hay muchos más como ella. Leoneses que viven impunemente y nunca darán explicaciones a nadie.
La clase empresarial no huele mucho mejor.  En León predominan empresas de corte familiar. Empresas donde el dueño se considera algo tan importante en tu vida como un padre, pero que nunca te considerará una persona igual a él. Debes estarle eternamente agradecido por haberte sacado del arroyo. Hay que ser servil y sumiso. Cobrarás lo mínimo que fija la ley. Esta clase de empresario consiguen que en nuestra tierra ser mileurista para la clase obrera sea un privilegio.  En León se trabaja mucho y se cobra menos como Rajoy manda. No existe rebeldía en los tajos. Ni actividad sindical. Y los sindicatos que participan son corporativistas, cobran subvenciones del gobierno y solo saben tomar decisiones de manera vertical.
Hay poco interés por la cultura en el viejo León. Lo poco que hay tiene tufo clasista y un poquitín elitista. Las otras ofertas se destruyen. Se ningunean. No se les proporciona lugar. A las más molestas incluso se les prende fuego. Aquí no queremos contracultura. No queremos que a los leoneses les de por pensar.
León nunca avanza. No queremos una ciudad moderna, ni dinámica. Nos gusta mas permanecer por siempre en el mismo sitio. Sin cambios. Aislados, nunca acabamos de ver nacer vías, carreteras y conexiones de nivel europeo. En dirección a Valladolid menos aún.
Nuestro Húmedo también huele mal. Y no lo digo por los excesos etílicos y los daños colaterales que les acompañan. El Húmedo poco a poco pierde su identidad. Un puñado de empresarios se han adueñado de él. Empresarios que vieron su oportunidad de negocio. Convirtieron un lugar accesible para todos en algo donde no puedes ir si no tienes dinero.  Se convierte día a día, en un lugar pijo y clasista para el ocio nocturno. Se paso de ir cada cual a su manera a todos repeinados y requeteacicalados. Ropas de marca,  rostros bronceados y vientres moldeados en el gimnasio.
Ser joven en León no es divertido. Aunque pensándolo bien nunca fuimos jóvenes. Nunca pasamos una etapa rebelde. Son muchos los colegios de curas. Son muchas las horas que nos obligaban en ir a misa. Nunca tuvimos un mal ejemplo de nuestros mayores. Cada nueva generación solo sería moderna si comenzase en Madrid treinta años atrás. Jóvenes con pensamientos anticuados. Futuro antiguo. Proyectos subdesarrollados. Viejos a los treinta años. Dicen que en León solo hay jubilados. Yo digo que en León solamente aspiramos a ser jubilados. Y luego os preguntareis porque huele tan mal.....

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