viernes, 23 de diciembre de 2011

Tiempo

Dicen que el tiempo es oro. La necesidad de medirlo y mercantilizarlo tendrá poco más de doscientos años. Los antiguos nunca tuvieron necesidad de medir los minutos, ni los segundos. Dividir los días en 24 horas y establecer ciclos periódicos para el trabajo, el estudio, el reposo o el descanso es un invento de la vida moderna y el que invento el trabajo asalariado.
Mientras se suceden los segundos que marcan  nuestro existir el tiempo nos va venciendo en una carrera hacia el fin. El tiempo fija etapas del desarrollo y crecimiento del hombre. Etapas que se siguen unas a otras y en las que nunca se puede retroceder para mejorar.
Agrupamos lo inmediato en minutos u horas. Abarcamos el pasado en siglos. Desarrollamos el presente en meses o años. Son medidas que nos ayudan a entender lo poco que dura nuestro paso por este mundo. En realidad un niño de dos años solamente tiene 730 días de vida. Un anciano de noventa años lleva vividos 32850 días. Cuando decimos que una cosa es de otro siglo, en realidad no sucedió mas que hace 36500 días.
Mientras las agujas avanzan nuestro planeta sigue girando. El mundo avanza mientras repetimos las mismas costumbres a las mismas horas. Siempre posponemos un futuro mejor para pasado mañana. Las vidas pasan sin querer. Mientras, solo estudias, trabajas, comes, descansas o ves la tele. El tiempo te engulle.  Este mismo instante aunque intentes atraparlo,  el tiempo pasa. Camina eternamente. No se sabe nada del final del tiempo. Tampoco sobre si es verdad aquello de lo del Juicio Final.
El relojero es un viejo artesano que vive gracias al tiempo. Solo él es totalmente consciente que es imposible echarle freno. Conoce la máquina que cronometra nuestra camino. Cuida de que no se pare y si hace falta le cambia la pila. Él es el que mima  al guardián que vela y vigila para que acudas pronto a las citas o salgas a su hora de la oficina.
Pronto finaliza otro año, echamos la vista atrás y son muy pocas cosas las que recordamos claramente. Apenas recuerdo como fue ni siquiera el último minuto.  Imagino que cuando justo sabes que vas a morir en ese pequeño instante ves tu vida pasar. El tamaño de los recuerdos con el tiempo entran en muy poco espacio. El tiempo y el olvido eso sí que son insondables.


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