miércoles, 9 de marzo de 2011

La Ardilla Gris

Guardaba siempre pensando en tiempos peores. Pensaba en el duro invierno y que no le dejara salir a recoger nada. La ardilla no descansaba, día a día, vivía solo para recoger bellotitas y piñones. Solamente descansaba un poquito cuando la luna ya no le dejaba ver. No respetaba ni siquiera los días señalados para el descanso.
Era imposible para una persona normal llevar la cuenta de las veces que entraba y salía diariamente de su madriguera. Había llegado a un punto de difícil retorno, pues donde otra ardilla habría considerado que ya no hacia falta recoger más provisiones y ponerse por fin a descansar, ella consideró que igual aún no era suficiente. 
La despensa se llenaba. La ardilla pensaba en ocupar parte de su vivienda con más provisiones, a modo de ampliación de almacén.
Pasaban los días y aunque el invierno llegó, los días todavía seguían siendo de temperatura agradable para una ardilla. 
Seguía terca almacenando en su casita. Ya no dormía ni siquiera en su vivienda. Y llego el día, que allí tampoco entraba ninguna bellota mas. Había perdido el sentido por completo. Decidió días después que  ahora sí ya podía descansar. A partir de entonces, pasaba los días mirando extasiada las riquezas amontonadas y se enorgullecía de su trabajo delante de otras ardillas , hasta que alguna le decía: - ...tu estas chaveta perdida!!!.
La ardilla le dio por pensar que por que no se hacía mientras, otra vivienda y esta al final la dejaba como estaba para poder hacer de despensa para la nueva. Eso estaría bien dijo. Así siempre aguantaré temporadas mas largas de malos tiempos, dijo también.
Comenzó la construcción y no mas había empezado a cavar en la tierra, cuando el frío y unas cuantas nubes negras cargadas de nieve se colaron en el bosque sin avisar. Se heló el termómetro de repente, se oculto el sol  y mientras suave y silenciosamente comenzó a nevar... y nevar.
 La ardilla sorprendida por las estrellas que formaban los copos al caer en el suelo se quedó paralizada. El frío del invierno estaba aquí, ya. Desesperada  camino hacía el almacén que anteriormente había sido su antigua morada. Presa del pánico comenzó a vaciarla. Mientras había vaciado parte de la entrada, la nieve impaciente dificultaba cada vez mas el desalojo de la ardilla. Y la nieve llegó al punto en que no dejo salir mas a la ardilla de su covacha. La nieve siguió cayendo e impuso su ley. La nieve y el frío son así, no entienden de ardillas avaras. La nieve y el frío no entienden de eso ni de nada.

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