jueves, 25 de noviembre de 2010

Las ovejas y el lobo

Un rebaño de ovejas tenían atemorizado a un lobo blanco que era bueno. La jefa del rebaño se había propuesto echarlo de la comarca e insistía tozudamente en que era un peligro constante tenerlo allí cerca, presente.
Intentaron todo lo posible para expulsar al lobo, primero le quemaron el lugar donde se resguardaba del frío y degollaron dos gallinas para que los cazadores lo persiguieran. Además las ovejas tenían sembrado el bosque de trampas que al lobo blanco destrozaban las cuatro patas.
Era muy difícil para él saber que tenía que hacer para que las ovejas le tuvieran en estima y día tras día anhelaba a que llegara el momento en el que por fin lo aceptaran. Pero, las ovejas, movidas por su gobernanta, lo único con lo que soñaban era con la marcha del lobo y que las dejara en paz de una vez....
La situación era tensa y el odio del rebaño un día dio sus frutos. Aquella noche cuando el lobo blanco regreso a casa se encontró a la loba llorando con todas sus fuerzas sin que nada le diera consuelo. Lloraba y mientras lamía una herida larga y profunda por donde se le escapaba la vida a uno de sus pequeños lobitos.
El lobo miró a la loba, la loba miro al lobo y dijo: -¡Mira lo que han echo cuatro de esas ovejas bobas a tu niño! No se pudo hacer nada para frenar al lobo blanco, un mecanismo interno se activo dentro y se olvido de su condición pacífica mientras los ojos se le inyectaban en sangre.
No supo ni como, ni cuando llegó hasta el rebaño, pero llego. No supo a cuantas ni como pero a las ovejas las atacó. El rebaño sorprendido no supo por donde huir mientras el lobo se tiraba rabioso al cuello de todas las ovejas que podía.
Al día siguiente no se hablaba de otra cosa en la comarca, el lobo había destrozado a seis ovejas y herido a otras diez. El día siguiente fue cuando aquella oveja mandamás se harto de repetir aquello de: -¡Ya os lo decía yo, que un lobo es algo del que nunca te puedes fiar!

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