martes, 5 de marzo de 2013

Opinión

Opinión y pensamiento, aunque parezca mentira, la mayoría de las veces no van parejos. Opinamos muchas veces al día, pocas son las veces en que pensamos y sabemos lo que estamos diciendo. 
Nuestra opinión constantemente se ve influenciada por las opiniones de los demás, por lo que opinan en ese programa de radio y lo que dice ese periodista en la revista del Dominical. Nos apropiamos de las opiniones que nos gustan o convencen y las hacemos nuestras. La mayoría de las veces nunca habríamos llegado a pensar así. Aprender a pensar y razonar es tarea difícil para quién no lo hace diariamente. Entrenar al cerebro a pensar antes de opinar también.
Muchas veces son en las que me sorprendí, a mi mismo, en medio de una conversación que acabó en discusión por defender opiniones que a la larga no tienen nada que ver conmigo. Y supongo que a más de uno también le sucedió. Caminamos cada día al lado de multitud de hombres y mujeres que siempre tienen algo que decir. Si por un casual llegáramos a analizar  que dicen y que opinan nos llegaría a decepcionar la poca originalidad entre tanta gente. Nos acojonaríamos por ver como se repiten una y mil veces los mismos argumentos. 
Aquello que llaman Opinión Pública, piensen realmente qué es: si lo que realmente pensamos la mayoría de los ciudadanos o lo que quieren que pensemos la gran mayoría de esos tantos. Enhorabuena si hoy opinaste después de mucho pensar, sobre eso que todo el mundo habla, y lo que salió de tu boca nunca lo veras escrito en ningún periódico. A veces podemos ser sencillos con nuestros planteamientos, ingenuos, ignorantes e incluso indocumentados. Otras lo mejor que podemos hacer es cerrar la boca para evitar qué entren moscas. Mañana mismo ponlo en práctica: tu opinión es tuya y de nadie más, deja de ser un papagayo y recuerda qué no hace falta para relacionarse con los demás tener siempre una opinión para poder hablar por hablar. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario