Me ha pasado alguna vez, que mientras veía una película me he preguntado en como serian las vidas de las personas que en algún instante coinciden con el héroe de la historia. Esos personajes que derriban de un solo puñetazo, reciben siempre balas perdidas o contra los que choca uno de los malos que persigue al personaje principal. Son poco más que una parte activa del decorado. A quién se le asigna el papel de estrella de la historia tiene el privilegio de tener muchas vidas mientras ellos solo una y muy frágil
El ser humano siempre se considerará a si mismo como el protagonista absoluto de la vida. Considera que el resto de mortales existen por que el tiene consciencia de que existen. No es fácil asomarse al balcón y entender las necesidades de cada persona. No es fácil comprender el padecimiento o el dolor ajeno. Es muy difícil entender sin sentir.
La realidad dice que aunque se cuenta a millares el número de ombligos del universo, somos muchos mas secundarios que protagonistas. Y cuando somos protagonistas, se nos confunde fácilmente con la masa. Como en el cine llenamos las escenas de muchas vidas, mientras a la vez otros muchos llenan escenas de la nuestra. Solo somos protagonistas en un determinado momento o situación. De pequeño llamamos mucho más la atención, incluso somos mucho mas graciosos, pero la vida social es muy larga y dura toda nuestra existencia y con el paso de los años vamos dejando de suscitar interés en los demás. Somos protagonistas con nuestra familia, o en nuestro entorno o con nuestra pareja o grupo de amigos. Aunque a veces ni eso.
Ese instante en que minimizamos la importancia de la existencia de un personaje en una película. Ese minuto en el que Rambo acribilla a cien actores de reparto. Aprendes a prescindir de cualquier vida menos la del artista. Te olvidas que ese personaje también existía y que tenía una mujer, dos hijos y un puñado de buenos amigos hasta que se cruzo con el protagonista.
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