sábado, 21 de abril de 2012

Mensaje a un pueblo extraterrestre

Desde hace ya muchos años los seres humanos buscamos la comunicación con seres de otros mundos. Se dice que buscamos vida inteligente en el universo. Civilizaciones industrializadas al mismo nivel de desarrollo que el nuestro. Nuestra arrogancia nos hace pensar que el homo sapiens es el ser vivo más avanzado de las galaxias. Lanzamos mensajes, ondas de radio y luces de colores a la atención de quien le pueda interesar. Buscamos respuesta. Por el momento no la recibimos. Quizás porque no hay nadie al otro lado ....quizá porque no consideren inteligente tampoco nuestro mensaje.
Igual nuestro nivel tecnológico esta muy poco desarrollado en comparación de los habitantes de Raticulín allá por la cuarta galaxia a la izquierda de Orión o Andrómeda. Igual no entienden las ondas de radio. Igual el inglés, el español o el chino cantonés tampoco les va. Igual su forma de vida va más allá de la maldita curiosidad nuestra y les importa un pimiento como nos va aquí..... o lo saben y por eso prefieren permanecer invisibles frente a nosotros.
Hace unos años dentro de una sonda que mandamos al espacio se envió un disco de oro (....un Compact Disc) en el que la pista uno era el llanto de un niño al nacer. Otras pistas o datos que contenían eran  la fotografía de un hombre y una mujer, la secuencia de ADN del genoma humano, músicas del mundo, noticias de varios informativos, una bufanda del Real Madrid y varios extractos condensados del Sálvame Deluxe. 
Carl Sagan en su novela Contacto se atrevió a a pensar en que nuestros vecinos del Universo se atrevían a contestarnos. Era un mensaje cifrado de números primos. Al desarrollarlo matemáticamente y dibujarlo en un plano se obtiene una esvástica y fragmentos del discurso de Adolf Hitler en la inauguración de las Olimpiadas de Berlín en los años Treinta. Este discurso fue la primera transmisión cuya potencia fue lo suficiente grande como para que su emisión llegara al universo. Los extraterrestres captan este mensaje que recorre veintinueve años para llegar a ellos y lo envían de vuelta, de modo que nos llegó cincuenta y ocho años después de cuando se emitió.
Imagínense que nosotros desde España pudiéramos mandar un mensaje al exterior. Seguro que pediríamos dinero o intentaríamos colarles deuda pública. Les lanzaríamos mensajes de una profundidad intelectual como los de José Mourinho, aquel de la niña de Rajoy o los celebérrimos discursos de Juan Carlos I en Navidad. Cincuenta años después responderían al Rey y su última y mas célebre frase "Lo siento mucho; me he equívocado... no volverá ocurrir". Cincuenta años después desde una galaxia alejada a 25 años luz nos contestarían:
-Juancar porfa, ¿podrías explicarnos que es lo que sientes tanto.....?

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