viernes, 7 de octubre de 2011

Trueque

En la antigüedad no existía el dinero, ní los bancos, ní las tarjetas de crédito. Los antíguos usaban un sistema de intercambio (no normalizado) de mercancías y materias primas en el que lo único importante era que las dos partes quedaran satisfechas con el cambio.  Los acuerdos eran verbales y no había nada previamente establecido para decir por cuanto podías cambiar una docena de huevos o un poco de leche. Todo tenía su valor y su importancia en cada momento. Los hombres eran mucho más simples que los de hoy y sabían vivir necesitando muy pocas cosas y menos comodidades. Cada cual tenía su oficio. Todos tenían algo que ofrecerse entre sí. Todos distribuían desinteresadamente su labor y los frutos de la misma. La ingenuidad hizo que nadie (y sí había alguien era una excepción) intentase especular. El hombre evolucionó y mas tarde llegaría el comercio, el dinero y el crédito. Cuervos negros, grandes multinacionales financieras y corporaciones bancarias de oscura actividad vendrían más tarde también.
El hombre de hoy no entendería un mundo sin dinero, sin electricidad, ni informática. Un mundo hecho para hombres que por sí mismos poco saben hacer. Hombres en la era de la información sobrepasados por los conocimientos. Conocimientos que a la hora de la verdad poco valen, porque esos conocimientos solo van encaminados en dirección al mundo laboral. Conocimientos que nos ocupan para que no podamos pensar en otros de mayor utilidad personal. Somos hombres que si algún se torciera esta forma de vivir pocos sabríamos que hacer. Muchos no sabríamos encender fuego, ni ordeñar una vaca. Otros no sabrían ni construir una cabaña, ni pescar un pez de manera sencillla pero rudimentaria. 
El hombre se hace constantemente a si mismo a través de la herencia que le dejaron otros miles de hombres anteriores a él. El hombre se olvida de eso y también del mundo antiguo, dejando a un lado lo más simple. Olvidando lo importante y lo imprescindible para saber seguir caminando. ....Y digo seguir caminando, sin miedo a nada.
Si volviéramos al trueque volveríamos a empezar. Quizás volveríamos a evolucionar. Sería una Re-evolución. Volver al concepto de que necesito y que puedo yo ofrecerte a cambio. Al trato hecho. Trato, por supuesto directo sin intermediarios y sin grandes cadenas de distribución. Si retornáramos al trueque igual sería el principio del fin del dinero y un sistema asentado en el capital. Claro que seguirían y seguirán existiendo especuladores y grandes fortunas por encimas de todos los demás. Claro que nunca acabaremos con la desigualdad, pero comenzariamos a construir un comercio distinto. Un proyecto de comercio para un mundo más justo. Igual olvidabamos al consumismo y la necesidad de gastar por que sí. Asentaríamos nuestras vidas viviendo con solo lo necesario y no ansiando cosas que al final no te aportan ni siquiera una pizca de felicidad.

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