viernes, 28 de octubre de 2011

Hotel Okupa

Recuerdo mis primeros atentados contra la propiedad privada en la infancia. Entrabamos a obras sin muy bien saber porqué. Entrabamos allí sin más, investigábamos o jugábamos a exploradores. Nuestros juegos también incluían la invasión de una finca que guardaba celosamente un hombre con su familia noche y día. En la primera parte del juego maquinábamos como sería el ataque de aquella tarde. Después en algún momento todos nos hacíamos visibles y huíamos al grito de: ¡Simeón, cabrón saluda a la afición!. Simeón era el guardián en cuestión. Asaltábamos otras fincas donde robamos peras, manzanas o uvas. Trastadas que cito y que probablemente habrán prescrito ya. Este tipo de hazañas acababan en cagalera general de todos los partícipantes en el asalto. No robamos para comer, robábamos para divertirnos, sin medir si estaba bien o mal.
Muchas veces también buscamos lugares donde jugar. Eramos unos inconscientes totales. Pasábamos mucho tiempo en la calle. Daba igual si era verano o invierno. Buscábamos techo contra el frío, la lluvia o el sol. Asaltábamos locales en obra vacíos desde hacia muchos años. Entrabamos en viejas fábricas, casas vacías o desocupadas. Eramos respetuosos con lo que había dentro y si en algún momento eramos vándalos, era por aburrimiento. En otra ocasión nos apropiamos de un viejo vagón desvencijado de tren. Lo limpiamos y acondicionamos a nuestro gusto. Creamos un espacio especial para nosotros. Recuerdo que hasta lo bautizamos y le llamábamos el tren de la vida y la muerte (que épicos eramos por aquel entonces)
Con el paso del tiempo cualquiera de estas fechorías ganan fuerza y peso específico. Quiero decir que a medida que cumples años este tipo de actos pueden constituir delito o falta. Lo que empieza como una diversión puede acabar en disgusto. ....Y se acabó, ya no puedes jugar a esto que te divertía tanto. Nunca más.
Por entonces no me consideraba un Okupa, ni un antísistema por divertirme con este tipo de juegos. La inocencia me impedía ver con claridad que es realmente la propiedad privada. La ignorancia y el no tener donde caerme muerto eran para mí un pañuelo tupido en los ojos que no me dejarían nunca ver este asunto con claridad.
El movimiento Okupa nació como una clara respuesta frente a este tipo de ceguera. Se okupan lugares vacíos que durante mucho tiempo parecen haber dejado de preocupar a su propietario. Se okupan lugares ruinosos que se caen a pedazos pero con muros impasibles que siguen marcando el terreno. Terreno que es lo único que preocupa; suelo que de un día para otro igual su valor multiplica.
Cuando un colectivo decide okupar una vieja fábrica, un bloque de viviendas deshabitado o un destartalado hotel en el centro de una gran ciudad, vuelve la vida a ese lugar. No solo se transforma en vivienda o comuna. Es mucho más. Es un espacio libre para los vecinos o comunidad  que habitan cerca. Es cultura o contracultura y un espacio libre donde se enseña a pensar. Es un lugar para la solidaridad y la igualdad, ajeno a cualquier interés comercial. Si no se lo creen investiguen un poco  por la red y vean como se organizan en Hotel Madrid o en el desmantelado y mítico Kukutza. Son ejemplos de autogestión y saber hacer. Son ejemplos de otras formas nuevas de ser y estar. Participación e implicación es la clave. La clave de un mundo nuevo posible y sin la necesidad de organismos oficiales, ni estatales. Desde ya, no confundamos (ni nos dejemos confundir) okupar con un simple allanamiento de morada o apropiación indebida de nuestra vivienda. No nos dejemos engañar; solo se okupa espacio con el que algún maleante lo único que pretende es especular.
Recordaremos para finalizar lugares como Holanda, Dinamarca o Inglaterra donde después de un tiempo okupando un determinado lugar si se demuestra su útilidad pública, el Estado se compromete en la continuidad de esa misma labor. El movimiento Okupa allí siempre se consideró como algo bueno para la sociedad. La pena es que en este mundo donde el dinero todo lo pudre, halla empezado a contaminar también estos idílicos paraísos....

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