viernes, 20 de enero de 2012

Clandestino

Cuando miro al mundo, me froto los ojos y no se si es verdad todo aquello lo que veo. Muchas veces pienso que es solo un gran teatro y que esos que estos junto a mi, son actores, mediocres comediantes de tercera.
El último grito en miedos colectivos es convertir en clandestino cosas que en principio ni siquiera se reconocen como tal. El miedo es el dueño de nuestros días y tomamos decisiones que recuerdan en nuestra forma de actuar a un pasado en que no todo era legal.
El tiempo que nos ha tocado vivir no es fácil, pero nosotros lo complicamos mucho más. Es una época de carencias. Es un momento de silencios. Es un tiempo de supervivencia y dejar que pase todo lo que tenga que pasar.
Pocos dan una ostia en la mesa o gritan fuerte hasta reventar. Menos son los que se rebelan. Esta muy mal llevar la contraria a las empresas y la patronal.... pocos son los afortunados que como tu, tienen un trabajo. 
Cada día que pasa soy un poco más esclavo. No lo puedo evitar. La masa me engulle y de nada me sirve pensar. De nada la falsa sensación de libertad. Me rebelo pero todo sigue igual. Es algo inamovible e  imperecedero..
El último grito del que hablo se ha dado en el sitio donde me gano el sustento. Donde día tras día pierdo la fuerza y las ganas de pelear. Allí nadie lo dice; pero es clandestino todo lo que tenga que ver con la dignidad. Son clandestinos los derechos que hay en los convenios (porque a nadie le viene ni le va). Solo vale trabajo. Nada más. No vale nada que tenga que ver con una identidad propia sindical. No vale organizarse dentro. Ni convocar asambleas en las instalaciones. Todos nuestros problemas los solucionamos fuera. En la puta calle (más bien en la carretera). Sin techo. Somos indigentes sindicales. Hablamos de lucha y nunca realmente la comenzamos. Porque todo se empieza por un principio. Y lo primero es poder tener un lugar para poder hablar. Hablar de nuestra vida laboral dentro de la empresa. Con libertad. Sin miedos.
No quiero reunirme con mis compañeros de trabajo en una gasolinera ni ningún otro lugar lejos de la empresa. No quiero perder mi dignidad. No quiero que atropellen más mis derechos. No quiero vivir mi vida  en clandestinidad. Nada por el momento debe impedirlo. Próximamente días más oscuros, seguramente vendrán.

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