jueves, 27 de enero de 2011

La vieja burra

Trabajo desde muy pequeñita, tantos años, todos los días sin descanso de esos mismos años. Cuarenta largos y azarosos años. Cuarenta años llenos de días de duro trabajo y noches de poco descanso. Muchos años ásperos  con menos alegrías. Demasiado tiempo de cabeza de carro o el arado y en ocasiones de cabalgadura para su paupérrimo amo. Años de dolores y alguna enfermedad llevadas con resignación.
Ahora la vieja burra esperaba cansada y con resignación el final de sus días. La burra se había cansado de intentar tirar con todas sus fuerzas para que el mundo comenzara a girar como a ella le gustaba, se había cansado de doblegarse y avanzar por donde su amo le recomendaba.
No podía quejarse pues su amo siempre le guardaba la mejor cebada, abrevaba en cuenco con agua siempre fresca y muy limpia. Siempre tuvo un techo para las nevadas y los días de tormenta, donde se resguardaban ella y los suyos, aquellos pequeñines a quienes tanto amaba.
Aquella fuerza descomunal ahora poco a poco, a cada noche se le apagaba. Sus fuerzas se marchaban, sin pedirle permiso, ni una disculpa, ni nada. El cuerpo, el andar, su mirada día a día se marchitaban.
Ahora se acordaba de su también viejo amo, en el momento de su júbilo cuando su vida se acababa. Recordaba como nunca de nada le faltaba, pero con lo que le daban apenas pudo ahorrar y ahora se encontraba sin nada. Sola, en el final de sus días vagaba por el páramo atolondrada.
La vieja burra ya no trabajaba y entonces ya no tenía derecho a cebada, ni cobijo, ni mas nada. El burro, el par con el que compartía desdichas, hace muchos años el trabajo y la vida, sin mas lo venció. Sus hijos no tenían, ni podían (ni quizás querían) cuidarla. ¡Abuela tu ya no vales!. ¡......ya, ya lo se, la vieja burra es un viejo trasto que no sirve para nada!.
La vieja burra lloraba por las noches desconsolada porque pensaba que nadie la recordaría como a ella le gustaría ser para siempre recordada. La burra lloraba porque nadie de ella, ya se acordaba.


martes, 18 de enero de 2011

La noticia, no es el tabaco

Muchas veces me pregunto que es lo que tienen  algunas noticias para que se consideren de mayor difusión que cualquier otra.  Supongo que lo primero que determina esto es el interés para el lector, o por otro lado (que es lo que en realidad mas pesa) el interés del que lo publica. Hay días llenos de noticias  de actualidad  o del corazón, días enteros sobre coberturas de eventos deportivos, otros sobre el temporal que azota la península ibérica y por que no días llenos de noticias estúpidas con la única misión  de rellenar el vacío. Mientras tanto el mundo sigue, avanza y ocurren otros tantas miles de noticias para las que casi nadie mira. Es como el comentario aquel: "Yo al cine no voy a pensar..... a mi dame acción, tiros.... o a echarme unas risas". Mirar para otro lado no nos libra,  que mientras, las cosas que no nos gustan siguen ocurriendo y afectándonos del mismo modo.  
Creo que muchos nos preguntamos:  realmente, ¿que es una noticia? ¿por que de esta noticia habla todo el mundo? y  ¿porque de esta otra, no?. Algunas noticias no hace falta verlas en el telediario para que te llegue igualmente y a veces fenómeno extraño también, mas o menos igual, con la información parafraseada del informativo tal y como lo vio el sujeto que te lo cuenta.
Bueno, todo este rollo viene a lo que se puede llamar la segunda parte de las noticias, sobre esta que ahora nos ocupa y no nos deja ver otra cosa: el tabaco. No se si alguna vez les dio por pensar que a través de las noticias,  quien las cuenta y como las cuenta,  algunos pretenden crear opinión. El del tabaco es un tema dispar y de opiniones infinitas, cuyo único objetivo final quizás sea distraer y desplazar la atención de otros asuntos. La difusión de la noticia es tremenda en cualquier medio. Televisión, prensa, radio, Internet y luego el tema esta también por supuesto en los  propios bares, en la calle, en el trabajo o hasta en tu misma casa. Un compañero de trabajo muy acertado dijo que  poco mas y una guerra civil.
Es un tema en el que todos aportamos nuestro granito de arena y que sin querer revienta el modo tradicional de proceder frente a las noticias. Con esta noticia es muy difícil dirigir al ciudadano hacia una opinión única. La opinión  única o mas bien mediática suele siempre intentar resaltar ciertos valores de cada cosa, y manejar la información siempre para su propio interés. Cuanto mas generalizada es la opinión mas nos atrevemos a denominarla como pública y asumir que pertenece a la mayoría. En este caso (el de la ley anti-tabaco) lo único que importa es  todo lo contrario,  no vale ponerse de acuerdo para nada, hay que discutir y cuanto mas acaloradamente mejor. Además el goteo de noticias que alimentan la noticia principal es inabarcable. Hemos aprendido mucho estos días sobre sociedades gastronómicas, cigarrón en la calle, ligoteo gracias a la dichosa ley, los beneficios de no fumar, el nuevo olor que se apodera de los bares, en fin anécdotas que siguen alimentando una historia que en principio todos presumíamos más sencilla.
Al final no es mas que otro ejercicio maléfico de información como puede ser el de crear opiniones. Al mismo nivel, pues en ambos procesos ni nos dejan pensar con claridad, ni sabemos si  realmente nos entretienen. No nos engañemos, el que lleva, trae las opiniones y  las discusiones sabe muy bien  hacia donde quiere llegar y por que camino nos quiere guiar. Ojalá a partir de esta ley todas las noticias y el interés  que nos despierta fuera siempre así . Ojalá que a partir de hoy la opinión publica fuese en algunos momentos igual de crítica y  variada, que no fuera tan descarada la senda indicada. Otra logro seria ya que despertáramos por fin al mundo real y que  por las mañanas todos nos quitáramos el antifaz que algunos se ponen al tiempo de ir a la cama, para poder dormir mejor y más tranquilo.

miércoles, 12 de enero de 2011

Radiografía de un fumador social

Me confieso como fumador social, solamente fumo cuando la ocasión acompaña. Nunca fui partidario de la esclavitud y menos de los vicios, pero detrás de todo esto hay algo que huele mal.  No quería hablar sobre el tabaco por que quizás solo sea  una cortina de humo para tapar algo que ocurre o ocurrirá y  que nos ciega para no poder ver con absoluta claridad. 
Aún recuerdo mis inicios en el tabaco sin querer. Mi primer cigarrillo, con apenas cinco años fue un cigarrillo de chocolate, chocolate dulce, de aquellos paquetitos que vendían en confiterias y kioskos y que imitaban a los cigarros de verdad. Fumaba por imitación, por culpa de muchas horas de visionado involuntario de películas antiguas de holywood que emitían en la TV los sábados y los domingos en las que el tabaco formaba parte del escenario y daba a los personajes encanto, sofisticación o un aire de dureza y virilidad.
Los siguientes cigarrillos que metí en la boca eran de broma, que siempre  me acompañaban a cualquier disfraz del día de carnaval. Otros cigarrillos de broma que por aquel entonces también triunfaban ,no eran para uno mismo sino para los demás, aquella broma (Kamikaze) del petardo en el cigarro de tu padre o de tus hermanos.
Cigarrillos de iniciación a la madurez, mas bien a la pubertad,  fueron los que con apenas catorce quince años empezábamos a fumar los chavales para reafirmar nuestro gesto y personalidad.  Fumábamos paquetes de tabaco comunitarios o los comprabas sueltos a diez pelas en el kiosko. El paso siguiente era  cuando te reafirmabas como fumador, para entonces tendrías dieciséis o diecisiete años y  comenzaste a comprar regularmente un paquetillo de marcas populares de las de  entonces como por ejemplo Gold Coast o Ducados Rubio. 
A partir de ahí ya no se concibe vida social sin tabaco. La etapa del instituto, las pellas y cigarritos de la risa. Cigarros en portales o bancos de un parque, con refrigerio para que no se seque la garganta. El cigarrillo con la que después sera tu novia, en cafés románticos después de haber visto una buena película. El cigarrito con la que después sera tu esposa aquella madrugada llena de calor y achuchones en el viejo Ford Fiesta o en el piso compartido de tu colega. Los paquetes y paquetes de cigarrillos que fumabas todos los fines de semana por culpa de los bares de copas. El cigarrillo en el descanso del trabajo si es que te llevas bien con los compis. El cigarrito entre plato y plato en las bodas, banquetes y bautizos. El primer cigarrillo que te pillo fumando tu padre por vez primera y el primer cigarrillo con el que tres años después tu padre por fin te autoriza a fumar. El cigarrillo de después de muchas cosas buenas:  un buen desayuno, una buena comidita, un pincho de tortilla, unas porras con chocolate o lo que te apetezca.
Recuerdo cuando a el fumador las marcas lo premiaban con regalos por acumular millas o aquel que guardaba sellos  del impuesto para cambiarlo por una silla de ruedas. Los cigarros con los que aprendimos tanto cine en el programa de Garcí. Los anuncios de vaqueros y caballitos del Marlboro en la misma carretera donde previamente te habías cruzado con el  toro de Osborne. Sabor, genuino, "americano"......
No volverán a ser lo mismo esos cafetines plagados de poetas, intelectuales, charlatanes, proyectos de políticos demagogos y rebeldes sindicalistas sin el humo con el que recordaremos siempre esos mismos lugares. Imaginense el disco bar con la música heavy a todo trapo y el humo de baja permanente. Tampoco veo el bar del pueblo sin humo (de faria) mientras los paisanos juegan la partida. En fin.... esta claro que con la ley del tabaco algunos ganaran un poquito en salud pulmonar, pero todos habremos empezado a olvidar alguna de las estampas aquí relatadas. Fumar por fumar, seguiremos fumando, sobre todo aquellos que fuman como si fuera una enfermedad, pero seguro que algunos no nos olvidaremos que sobre todo  fumar era un placer cuando lo disfrutabas en sociedad.

miércoles, 5 de enero de 2011

El funeral

Primero llegó el Señor Jabalí. Intentó solamente que fuera una pequeña parada antes de  nada. Quería descansar solo un ratito, pero la herida era tan profunda que mientras sus fuerzas le abandonaban, por el otro lado poco a poco se iba formando un río de sangre. Decidió tumbarse.
Los segundos en llegar fueron una pareja de hienas, pacientes y a la vez dando unos alaridos que se asemejaban a una risa nerviosa. La pareja se sentó y dijeron: - ¡Buenas tardes Señor Jabalí! Mientras el Jabalí prefirió no contestar.
A continuación llegaron tres o cuatro pajarracos vestidos de luto riguroso y poderoso graznido a los que  seguidamente se les unió una bandada de veinte o treinta aves del mismo tipo. Los últimos en llegar fueron una familia de Buitres Leonados de cabeza calva y mirada atenta, excesivamente curiosa.
Toda la comitiva se acomodo en batería enfrente del Jabalí, mientras este poco a poco comenzó a respirar de manera mas difícil. Todos permanecían en un silencio digno de escalofrío. Algunos meneaban la cola. Otros impacientes pasaban el tiempo cambiando alternativamente de apoyarse de una pata a la otra, ahora la izquierda, después la derecha, ahora la izquierda....
Una urraca con el pecho blanco comenzó a recitar con una voz parecida a un susurro una lista de números quizás infinita.
-Veinti.....tres, veinti.....cuaaatrro, veinti.....cinnnco...
La familia de buitres empezaron a batir sus alas para a continuación comenzar a plegarlas con total parsimonia.
El tiempo pasaba mientras se intuía a cada segundo algo mas terrorífico y una atmósfera mas irrespirable. Se acercaba en silencio sin que nadie lo viera el ultimo aliento del Jabalí.
- Trescientos....veinti... cuaatrrro, trescientos.... veinti.... cinnnco, trescientos veinti.. seei........
Esperaban todos mucho mas impacientes y se fundieron en una sola respiración lenta y muy profunda. Paso mucho mucho tiempo, hasta que el miembro mas diminuto de la bandada se acerco al jabalí, lo miró detenidamente acercó su cabeza al hocico y seguidamente asevero con la cabeza además de un nervioso batir de alas sin despegarse del suelo.
Ninguno de los allí presentes espero un solo segundo mas. Todos poseídos con el gesto de la vehemencia en sus picos y en sus garras se abalanzaron sobre el difunto. Acaba de comenzar el festín, acaba de comenzar el funeral del Señor Jabalí