jueves, 14 de octubre de 2010

Un cuervo y Doña Urraca

Doña Urraca era el habitante mas despreciable de todo el hayedo. Su vida la pasaba preocupándose de la vida ajena. Todas las mañanas espía a las conejas en el río, por la tarde agudizaba el oído para oír los susurros de las ratas dentro de un tronco seco y por la noche vigilaba al señor búho y los murciélagos.
Todo lo que averiguaba, después se lo contaba a un cuervo párroco de toda la comarca, y este los Domingos aprovechaba sus sermones para reprochar cada error a todos los habitantes del hayedo. Y es que el cuervo era un buen guardián de la moralidad, la decencia y la disciplina..

Todos los animales pecaban salvajemente, eran naturalmente promiscuos, glotones y además nunca hicieron nada por el párroco de pluma negra.
-¡Algun día, el que todo lo ve enfurecerá y nos volverá a echar un gran diluvio!
-Nooooooooooooo!!!!! ¡El Gran Diluvio nooooooo...!!!! Gritaban poseídos todos, avergonzados y muertos de miedo por culpa de ser seres de tan baja condición.
El cuervo decía :
-¡Hacer lo que digo, pero no como yo lo hago............ y si no esperar al rechinar de dientes (cuernos y colmillos...) eterno el castigo de morir abrasados en el infierno!
Los sermones eran de una épica inigualable pero a la salida los animales volvían otra vez a su pecaminosa vida y dejaban el miedo en el mismo lugar donde quedaba el cuervo con su confidente la urraca.
Ella decía:
-¡Esto es una vergüenza!
El respondía:
¡Esto tiene que cambiar algún día!
La realidad muchas veces se impone a la moral, los sermones y los dictámenes de allá arriba, pues después de misa los animales siguen siendo animales y los vegetales vegetales. ¿Qué esta mal o bien? pues eso un animal no lo sabe, por que al final Doña Urraca y ese negro Cuervo se preocupaban de cosas que en verdad no deberían preocuparse.

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